lunes, 19 de mayo de 2008

Así llegué

Era medio día, porque el sol estaba como aceite listo para freír empanadas, entre la emoción y la ansiedad baje por las escaleras que daban ante la secretaría, una sandalia blanca arropada en sudor hizo lo suyo con los dedos y entre el desparpajo de las risas rodé hasta el primer escalón, así me recibió mi primer día de Universidad, sin saber que el destino me llevaría a repetir el episodio un par de veces más en los próximos cuatro años. Me inauguré como primípara en la ilustre Alma Mater.
Convencidos de que el mundo era nuestro y que todo lo que venía era éxito, como el religioso que cada día reza sus oraciones acudíamos a nuestras aulas de estudios. No sabiamos nada, pero lo sabíamos todo, y es que… ¿Qué se supone hay que saber cuando se pisa la Universidad?, que se es universitario, eso es suficiente, lo de más estaba por aprenderse allí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Son piecitas que se te meten en la piel porque llegas a identificarte sin duda con cada frase... bien por experiencia personalisima o porque la que se enredó con su sandalia y cayó por la escalera termino al lado tuyo y tu ayudandola a reincorporarse con una mezcla de empatia y risa disimulada en tu cara.