lunes, 25 de febrero de 2008

Extrañar

Y le preguntó que si sabía extrañar.
Después de tanto tiempo no la conocía,
era lo que mejor sabía hacer, extrañar.

Escribir

Le escuché decir:
- no se puede escribir sin haber leído.
y recalcó:
- el que quiera escribir, tiene que leer, y mucho.
Se escribe por herencia, por convicción o por afición, pero escribir bien, eso, eso cosa de artistas. Afortunadamente el talento humano que nos lleva a expresarnos con correcta sintaxis les fue otorgado a muchos, pero la exquisita elocuencia o la creatividad infinita es virtud de pocos, ¡Gracias a Dios!.
¿Puede alguien imaginar un mundo invadido por las muestras de los grandes de las letras?. Abrir tu cuenta de correo y en vez de los incansables “ no deseados” que nos venden desde cursos paras ser un vendedor eficaz, hasta una pastillita para la disfunción eréctil nos encontráramos escritos firmados por, Sábato, García Márquez ó Rómulo Gallegos. Cuantos egos a quien rendir tributo, o quizás cuanta vulgar palabrería primorosamente escrita, que por fortuna o condena nos tocaría a la puerta.
Me confieso ser partidaria de la premisa de la lectura necesaria, el arte es arte, y con el se nace o no. Yo soy de las que no y por eso le grito a Dios ¡Si no me castigaste con la elocuencia por qué no me abarrotas con las buenas letras de otros y las introduces silenciosamente cada mañana bajo mi puerta!

Tiempo para Amarte

No tengo tiempo para amarte,
y no es que la manecillas caminen, es que no paran.
El teléfono que suena, el televisor que distrae,
el trabajo que agobia, no es de reloj, te juro que no tengo excusa.
Es espacio que queda entre tu y yo,
el de tu allá y yo acá, no se acorta ni encoje y yo sé, no es por el reloj.
Eres de lo buscado y hallado,
entre palabras que son caricias pero que no me dices,
entre miradas que no me miran
¿por qué te da miedo mirarme?,
¡mírame!, que yo no tengo tiempo para amarte.
Como un rico avaro he acumulado soledad,
con la intención de soltarla al encontrarte,
y mi reloj me reclama de unas culpas que no son suyas,
pero , no tengo tiempo para amarte.
Un paso al frente para alcanzarte y tu ninguno para escaparte.
Las plateadas que te pueblan y abandonan apenas ya me conocen, ¡carajo!,
no es mi reloj que es el tuyo, y lo sé, no tengo tiempo para amarte

Escribo Cartas

Escribo cartas que nunca termino,
Misivas que hablan de amor y malquerencia,
De malquerencia y amor.
No he puesto el primer punto ni te he llamado mi vida
y ya hay lágrimas que se asoman,
pero importa, no hay quien las mire,
Y aunque los escasos rayos de luna logran entrar por mi estrecha ventana,
no hay luz de pupilas que las contemple.
Las teclas hacen ruido y aunque quieran no logran distraerme,
Soy conciente, pienso en ti.

Estaba por contarte algo,
Por decirte del silencio lo que mi sonrisa oculta.
Y es por libre que he ido al calvario,
por mi ego a tu olvido,
por el silencio a la ignorancia
y por tonta siempre a ti.

Hago una nueva pausa.
Tanto papel gastado que no da tregua,
que se acumulan como las palabras,
pero que no llegan, no te llegan.

Y si te lo cuenta el viento?
el lo sabe todo, se lo grité desde mi ventana,
antes de estar aquí, desde el patio de me mi casa;
en su virtud de estar y escuchar,
de llevarse palabras en sus brazos de soplar,
desde mi sur al norte donde te encuentras,
que paradójicamente también es tu sur.

Como te callo,
si hasta el silencio que prometió no nombrarte,
prefirió morir con una voz que acariciara tu nombre.
Si no lo logró aquel que le cantó a un ausente,
que por una argumento de género y tiempo, podría jurar que eres tú.

Escribo pa’ confesarte que en los supuestos de mi condena,
sabrías de mis entrañas,
de mi corazón que es cabeza y viceversa,
donde brota y se acumula la rara virtud de la paciencia,
que consuela leyendo entre líneas los vestigios de tus palabras.

Anoche hable de ti,
le conté a algún amigo lo nuestro, o mejor dicho, lo mío,
porque es mío.
En mis muy maquilladas palabras, solo hablé de lo aparente,
de lo pasajero, de lo que no tiene importancia,
lo que no desnuda mi alma ,que no me compromete,
para salvarme y salvarte.

Escribo cartas, cartas sin destinatario,
que me recuerdan la madrugada enero que te trajo a mí,
a esta bendita desgracia de amarte sin sentido,
la desgracia del amor sin ti.