Ya no se sí me ofreciste o pediste cincuenta años de vida juntos.
Cincuenta años,
Se leen rápido, a mi me parecen pocos,
y mientras tu me propones duplicarlos o hacerlos eternos,
yo me regodeo en risas pensando en esta vida tan descuidada,
tan falta de sueño y de ti.
Medio siglo para leernos poemas de amor en la terraza,
cocinar platos extraños,
cambiar de país, de nacionalidad, de idioma,
discutir sobre el clima, la política o las forma en las que no nos
besamos,
contar monedas, pagar deudas,
o simplemente sorprendernos por el milagro de la vida y la muerte.
Diez lustros para hacer promesas, cumplirlas, romperlas,
bailar boleros, mirarnos y dejar de mirarnos,
para dormir en una misma cama donde gatos y perros no pueden acompañarnos,
balancearnos en mecedoras,
amarnos, odiarnos, acariciarnos, todo con la misma
intensidad.
Seiscientos meses para poblar una casa con niños que bailen y pinten en la
estancia,
elegir platos que no compraremos, despedir a los amigos,
llorar, reír,
discutir sobre tus ambiciones o las ranuras del techo,
ignorarnos las arrugas, tus canas, mi mal genio.
Dieciocho mil doscientos cincuenta días para...
desvelarnos y despertarnos haciendo el
amor, o la guerra,
contemplarnos, darnos la espalda,
buscarnos, perdernos, encontrarnos,
orarle a Dios, pelearle a Dios,
descubrirnos, aburrirnos,
llenarnos de moho, de fotos, de recuerdos.
Y aún sin
saberlo, aquí están, aquí estoy,
para dártelos o recibirlos,
total,
¿Cuanto pueden ser cincuenta años amor mío?.