martes, 15 de noviembre de 2016

Basta

No hay en las casa revueltas del pueblo un solo llanto que me recuerde tu voz,
quizás porque nunca lo hiciste,
me has herido con tu negativa de arribo,
te has escondido tras los insolubles peldaños de la vida,
escabullido como ratero de buena estirpe,
tal vez no lo sabes,
tal vez no importa,
tal vez si los sabes, pero no te importa,
es que con tu ausencia la le niegas la prolongación a mi carne,
ya blanqueada de toda perfección me miro al espejo,
y verso,
y divago,
en las desperdiciadas horas en la que te he buscado,
lastimándome como espina oculta en la planta del pie,
siempre allí, nunca aquí,
basta,
ya he martillado el recuerdo de la jamás bienvenida.