sábado, 26 de junio de 2010

En Caída

Que me azote la duda,
que me cerque el maldito temor,
que se me confundan las ganas,
pero el coraje, ese que acampa en los hilos de mi piel
no recoja su tienda de campaña
porque ya salté, y voy del despeñadero al negro abismo.
Compartir

martes, 22 de junio de 2010

Retazos de un Diario. Un día cualquiera #2

"Cuanta tecnología, computadores, dispositivos, reproductores y un poco más, tanto botón junto abruma, incluso a veces me hacer sentir fuera de contexto, pero no importa, ser análogo tiene su encanto. En teoría parte de estos avances son para hacernos al vida más fácil, por ejemplo deben servir para que en el banco a uno le atiendan más rápido, sería ideal, pero eso... eso no pasa."

Retazos de un Diario. Un día cualquiera #1

"El entró con su semblante desparpajado y zapatos graciosos, me miró con esos ojos de color extraño que sólo el pude tener, se sonrió, me dio un abrazo y con un beso en la cien me dijo que disfrutes tu el camino al tercer piso; le vi irse. Tuve la sensación de que estaba todo perdido, jamás llegaría a ser la consorte de ese príncipe desvencijado".

jueves, 10 de junio de 2010

Historias junto al mar

Cuentan que las historias junto al  mar  se  despeinan  cuando aparecen las  nostalgias  y la hamaca mecedora,  se exponen  solas, taciturnas, pensativas,  se dibujan con suspiros  y se  cargan de caricias que la arena le  robó a  otra piel. 
Cuentan  que  en las  historias  junto al  mar las palmeras  susurran  los  recuerdos, las olas furiosas  ocultan el desatino  y las ballenas presumidas  son como las buenas palabras sólo se asoman  cuando les provoca.
Cuentan que las  historias junto al mar  se olvidan en la  contemplación, se pierden en los crepúsculos  y se juran una  sola  noche para que todo lo que queda de ellas se lave en la sal. 

Compartir

miércoles, 9 de junio de 2010

Cuando no te encuentro

Y es cuando no te encuentro que me entrego a esa isla de concreto en un acto compulsivo,suicida, sorteándome la suerte entre  caballitos de acero que galopan a merced de los destellos verdes y rojos del caballero que controla el vaivén.