viernes, 24 de abril de 2009

Visita

Eres como animal que atraviesa bosques, sofocante, jadeante, te restriegas y me recorres con ansiedad absoluta, avasallante como la orilla de  un mar irreverente.
¿A qué volviste?
¿Quien en su afán de paz te dio la libertad?,
porque no te perdiste del camino y te enganchaste en algún corazón frío.
Regresaste como siempre, sospechada, presumida,
con tus plumas de pavo real cortejante,
como historia repetida de abril te colaste entre las sábanas de una cama tibia que dormía tranquila.
¿Será que somos como una de otra?, y sentirte libertada de mí, te ahoga, te mata, te asfixia, por eso esta nueva visita, que entre el revuelo y el desparpajo que te describe, me grita soy la nostalgia, dame la bienvenida.

Todo pasa

Todo pasa,
Pasa la lluvia, los días de sol, el tren de las doce y hasta la gripe más inesperada,
pasa el avión que veo desde mi ventana, el informativo de la mañana, hasta el cartero,
los recuerdos malos y también los buenos, los primeros más lentos, pero también pasan,
las resacas de vino, la vergüenza del la primera vez y la alegría disparatada.
Pasan las noches silenciosas, las ruidosas, las solitarias, y hasta la más estrafalarias,
Y es que todo pasa, incluso yo, que andando con mi lento paso, y de paso en paso, también paso,
solo que esta vez paso de ti.
Octubre, 2008

Contemporáreo

Con todo lo que nos ha regalado la tecnología, los amigos, los enemigos, los despechados, los enamorados e incluso, lo que no saben en que estado están se pueden enviar a través de un aparatejo mensajes sms, emails, correo de voz, en fin, información, por ejemplo a mí, hace poco alguien valiéndose de la tecnología me envió un mensaje que decía: “ te envío un abrazo a plazos y un beso ultramarino”, la verdad sólo entendí la mitad del mensaje, es decir los objetos si, pero los adjetivos no, cuando solicité alguna explicación me contestaron, tómalo como arte contemporáneo, y he allí mi problema.

¿Qué supone la contemporaneidad?, a ¿qué se le otorga el compendio de toda esta extensa palabra?, ¿en cuál periodo se le ubica?, ¿qué la contiene?, o por el contrario ¿qué contiene?, ¿cuál elemento sobre natural la hace adjetivo de algo más?, en fin, ¿será que lo contemporáneo es tan complejo que necesita ser exquisitamente extraño, para poder definirse en si mismo?.

Recientemente visité el MUAC, el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad de México, un paseo que llegó inesperadamente y se convirtió en el padre e inspirador de toda esta angustiante reflexión.

Cuando se me habla de arte recuerdo los dos parámetros de estudio de la estética, la esencia y la percepción, sin embargo todo se complica cuando entra al partido el objeto de estudio, la belleza en el arte.

Si bien es cierto que en la tradición cristiana se nos ha dicho que Dios nos otorgó el libre albedrío, aunque esta creencia también tiene implicaciones, éticas, psicológicas y hasta científicas, de cualquier modo nuestro libre albedrío nos da el poder de elegir y tomar nuestras propias decisiones, entre ellas las de decidir si algo es bello o no, y entendido de ese modo, creo que las normas de la estética contemporánea me causan distorsión.

Me pregunto, ¿será que mi nivel de percepción y asimilación de las artes plásticas se quedó enmarcado en las líneas perfectamente construidas?, ¿en la armonía de los volúmenes y los espacios?, ¿tal vez en la contrastación de los colores?, o será que soy limitada y mi libre albedrío sólo me deja percibir algunas cosas, porque esto también me pasa con la música, no lo sé, o es quizás que mi restringido campo de experiencia no puedo ver la belleza en algunas cosas.


En todo caso, alguien me puede explicar como un Anubis ( Dios egipcio encargado de guiar al espíritu de los muertos al "otro mundo”) de plástico e inflado, colgado de una polea sobre una pesa acompañado de un peluche con figura de cachorrito tenido de pintura plateada bajo la técnica de los brochazos dispares es una obra de arte costosísima expuesta en un museo de alto nivel y con un precio exorbitante. No me imagino al “Dios de los Muertos” parqueado en un parque, oficina o peor aún en la sala de una casa mostrando todo su esplendor de polietileno.

En mi visita al MUAC si algo sorprendió y desencajó completamente mi estructura de percepción, fue el montaje del artista Miguel Ventura, una especie de laberinto delirante titulado Cantos Cívicos. Se trata de una instalación donde el rojo, amarillo y negro ornamentan pasillos y recovecos que lo llevan hasta un segundo piso donde hay un laboratorio con ratas vivas, sin embargo lo que llama la atención son la imágenes expuestas en sus paredes que bajo un efecto disonante me mostró un mamotreto al que aún no le encuentro explicación.

A la entrada del montaje unas líneas explicaban que era una crítica a los regímenes totalitarios, sin embargo a mí me pareció un todo sin nada, una parafernalia de fotografías nazis que de pronto decantan en un collage de fotografías eróticas para encontrar a unos pasos muestras de penes erectos, figuras de ratas en el piso y vasijas con excremento y símbolos de la SS, para al final ser una obra con un gran espacio, en una importante recinto, que pretende convertirse en una gran obra plástica y que a mí me dejó un gran sin sabor intelectual.

Que me perdonen los artistas, pero esto no es una crítica convencional, ni más faltaba, es una reflexión natural a mi escasa comprensión y a lo incomprensible que se me ha convertido el arte contemporáneo, al cual pocos tienen acceso, otros pagan por tenerlo, y muchos como yo no lo entendemos.

Ya no

No te espero, porque ya no te busco.